martes, 19 de mayo de 2009

Este poema se lo dedico a todas aquellas mujeres que creen en los amores verdaderos, como una posibilidad de eternizar los sentimientos; y a todos los hombres que suponen que la inmensidad del amor puede ser eternamente relegada. Porque el amor es un sentimiento eterno mientras se escriba un verso cada alba ...
Te estaré esperando
cada vez que caiga el Sol

sobre la modorra e la tarde
y la luna me abrace
como a una gata ronroneante.
Te estaré esperando
mientras las mariposas vuelvan
a sobrevolar mi tierra cada año
y la nieve congele mi letargo
como tu cauce, te estaré esperando.
Pero quizás,
ya no estaré esperando
cuando a la luz de mis ojos
la apague el infinito
y el aire ya no quiera a mi pecho, de morada.
Pero tal vez
ya no estaré esperando
en una hora, o en diez, o en dos mil albas
cuando quiera tu esperanza
fundirse con mi alma, ya no estaré esperando.