sábado, 13 de febrero de 2010

A MIS AMIGOS...


Hermanos escogidos y brazos pacientes, regalos del destino;
les recozco la nobleza de haber amado cada uno de mis pasos,
de haberme acompañado recostados en mi lecho de lágrimas
y haber reído con cada desvarío y con cada estallido del alma.

Les abrigo cada vez que cae sobre mi cuerpo la noche o el estío
les llevo en la mente como idea sin lógica, pero indefectible;
porque están más allá de la filosofía, en cada célula del ser
y no puedo prescindir de su existencia porque sería perecer.

Les amo sin medida y así no pago cada caricia sobre el alma
ni cada palabra de emociones contenida, ni cada fiel compañía
y aunque sé que no pretenden retribución alguna les entrego
sin temor, sin desenfreno; y con cariño cada emoción de la vida.