domingo, 17 de mayo de 2009

Hoy como ayer …


Recorrí la inercia de los segundos muriendo sin remedio
como respiración inconsciente y caminata sin sentido,
no entendí en cada uno de sus tramos la forma en que mi cuerpo
diseminó un pedazo del alma entre sus cansados e inseguros pasos.
¿Será que la vida se compone de pequeños espacios de consciencia
que sólo se alcanzan pagando como precio una dosis de obscuridad?
¿Será que sólo se vive una parte de los momentos de los tiempos
como si fuera requisito de amar descubrir el propio corazón vacío?

SÉ ...

La vida es una eterna búsqueda de emociones vigorizantes, de grandes historias y de acciones que perduran en el tiempo ... Por lo general comienza en las visiones juveniles que habrás que perseguir a lo largo del camino ... a veces entrarás en desvíos, otras apurarás el paso, pero indefectiblemente buscarás como retornar al sendero que seguramente te llevará a la única felicidad a la que puedes aspirar ... a la que te espera desde el día en que tus lágrimas se volvieron poesía en la mirada atónita de tu madre.
He aquí la visión que comencé a perseguir hace años, y a la que retorno después de los 40s como la única forma que conozco para lograr la eternidad de mi alma, la expansión del espíritu y la felicidad en cada uno de los poros de mi piel.

Sé en la vida
fuerte como los hierros,
libre como los pájaros,
resistente a los golpes
y con el fuego inagotable de la llama.
Nunca olvides los errores pasados,
pero no los llores por errores
sino vívelos como experiencia ganada.
Nunca te detengas,
vive mirando hacia delante.
Haz del hoy mejor que ayer
y vive buscando el mañana ideal.
Sé frágil como el cristal, sensible,
ante el grito de dolor de tus hermanos.
Quiere llegar y lograrás hacerlo;
no te desanimes nunca ante el fracaso.
Vive con tenacidad hasta el capricho,
no permitas que en el camino
te conforme el horizonte más cercano.
Nunca dejes atrás tus ideales,
vive queriendo siempre ampliarlos.
Ama la vida
y sé feliz por ella, simplemente,
Quiere la existencia y cada día
aunque te dé las lágrimas amargas
y el dolor de la injusticia.
Lucha por cambiar el mundo
y cree que de ti depende,
sé un eterno esperanzado de a vida,
vive confiando eternamente,
aunque te defrauden cien mil veces.
Vive dando siempre lo que tengas,
sin olvidar darte a ti mismo a cada paso.
Sé líder de la paz
y fiel seguidor del amor a lo creado.
Apasiónate hasta el grito o la impaciencia
ante el odio, el dolor y la injusticia
-nunca dés la batalla por perdida
aunque luches contra ellos una vida-.
Ni te permitas a ti mismo
la cobarde actitud indiferente,
Haz del dolor ajeno el tuyo propio
pero nunca del tuyo el ajeno.
Nunca doblegues la cabeza
y vive orgulloso de ser quien eres.
Sé valiente, fuerte, incorruptible;
porque la lucha del mundo
es una verdadera guerra.
Vive amando siempre intensamente,
mirando más hacia fuera que hacia dentro;
pero no quieras ser un Dios perfecto,
quiere simplemente ser: Un Hombre Digno.
CLAUDIA 1984