sábado, 12 de septiembre de 2009

A UN HIJO


Aún no estás y ya te siento, como si tuvieras vida dentro del cuerpo -como si latieras en un lamento-. Aún no estás, pero te tengo; como se tiene guardado algún secreto –envuelto en ilusiones, teñido en sobrevuelos-.

Te alejarás un día y sin quererlo, con llanto presuroso, con ojos nuevos; te llevarás la vida desde mi seno.

Te desearé ese día, la lluvia, el viento; pero que también sepas de la tormenta. Te enseñaré que en llama calienta el fuego, pero que si la dejas también te quema. Te desearé la risa, también el llanto; sólo para que aprendas que en una lágrima se esconde el cielo.

No quiero que la vida te deje, hijo; sólo alegría, sólo tristeza. Quiero que tengas malo y que tengas bueno; que tengas noche, sol, nube, estrellas. Quiero que vean tus ojos el rosa, el blanco; el gris y el negro. Que perciban tus manos lo áspero y lo tierno; y que gusten tus labios lo dulce de otros labios, lo amargo y lastimero. Quiero que huelas aroma a rosas y a violetas, que descubras melodías cuando las aves vuelen. Quiero que sepas que existen los cardos y las flores secas, que interpretes el sonido de un rayo sobre esta tierra.

No voy a desearte sólo el otoño o primavera. No voy a ser mala madre por desearte el sol y el trueno, te enseñaré a comprenderlos y a vivirlos sin recelo. Serás feliz si lo entiendes .. será mi mejor deseo.


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