
y obligar a cada músculo del rostro
a expresar inevitablemente su felicidad.
Reencontrar la esperanza en el mañana
sin permitirle tristezas al destino
y exigir con éxito a la vida
el gozo cotidiano de simplemente, respirar.
Ésto… es amar.
Independientemente de todo lo que teoricen las ciencias o las religiones, el único fin de la vida es ser feliz. Y la única forma de felicidad posible acaricia los cuerpos y se exhala por los poros. Es una emoción que aunque es imposible describir se acerca a la de un verso que refleja lo más profundo de las almas y se visualiza como los matices de un óleo de Monet en cada uno de los diversos recovecos del alma.
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