Y haber perdido la práctica de planear

Los contenedores de esta alma mal herida
Y los caminos posibles fueran invisibles
A mis ojos cansados de brillos cegadores
De escapar, no de las fronteras terrestres
Sino de estas mentales que me inmovilizan
No de sueños tan vehementemente amados
Sino del desaliento aterrador que los separa.
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